Me gusta escuchar el repicotear
de la lluvia en el cristal.
Dejar que florezcan y hacerles frente a
los miedos,
y empezar a pensar que hacer con mi vida.
Una vida marcada por una consecuencia
de acontecimientos ajenos y o tan ajenos a mi persona.
De nada sirven lamentos, ni
arrepentimientos,
lo hecho, hecho está y nadie puede
opinar, tan solo yo,
tan solo yo.
Algo dentro en mi interior se ha roto,
ha muerto, nadie puede decir, nadie puede
opinar,
tan solo yo.
Algo brota de mis ojos, no, no, no estoy
llorando,
es el humo del cigarrillo que se ha
metido en mis ojos.
Pero qué tonterías digo, si yo no fumo.
Ana Giner
©
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