Mi adorable poeta D. Antonio Machado
En Sevilla nace en 1875 Antonio Machado y Ruiz, hijo de un
estimable folclorista. En 1883 se traslada la familia a Madrid y Antonio, como
sus otros hermanos, estudia en la Institución Libre de Enseñanza. Continúa el
Bachillerato en los Institutos de San Isidro y Cisneros (aunque no lo
terminaría hasta los 25 años). Al morir su padre en 1893 y su abuelo en 1895
sobrevienen dificultades económicas y Antonio empieza un trabajo como actor
teatral. En 1899 se traslada - con su hermano Manuel - a París donde trabaja
como traductor y entra en contacto con la vida literaria parisiense.
Posteriormente, en una segunda estancia en París (1902) conoce a Rubén Darío,
con quien le unen mutuos lazos de admiración.
La publicación de Soledades (1903) lo revela como poeta
extraordinario.
En 1907 obtiene la cátedra de francés en el Instituto de Soria.
Allí pasa una etapa fundamental de su vida. En 1909 se casa con Leonor
Izquierdo, una muchacha de 16 años, aunque tres años después, en 1912, ésta
fallece en Soria. Antonio, desesperado, abandona la ciudad castellana y se
traslada a Baeza. No obstante su corazón queda en Soria.
En 1919 se traslada a Segovia donde desarrolla una intensa
actividad de cultura popular. Es elegido miembro de la Real Academia Española
en 1927. Conoce por entonces a Pilar Valderrama, la Guiomar de sus últimos
poemas amorosos. Y en 1931 obtiene una cátedra en el Instituto Calderón, de
Madrid (más tarde pasará al Instituto Cervantes).
En Madrid le sorprende la guerra. Firme partidario de la República,
tiene que trasladarse a Valencia; en un pueblecito vecino, Rocafort, vive y
escribe en defensa de su España, hasta 1938, en que va a Barcelona, para
refugiarse al año siguiente en Francia con su madre. Ambos, muy enfermos, son
acogidos en un hotelito de Collioure, donde el 22 de febrero de 1939 muere el
poeta. Tres días después fallece su madre.
"Desdeñoso de
complacencias fáciles y de vanidades de los sentidos" (según Pedro
Salinas), elimina toda retórica excesiva, metáforas brillantes, vocabulario
rebuscado, elementos decorativos y virtuosismos técnicos, quedando reducido al
más puro y auténtico lirismo.
Si era toda en tu
verso la armonía del mundo,
¿dónde fuiste,
Darío, la armonía a buscar?
Jardinero de
Hesperia, ruiseñor de los mares,
corazón asombrado de
la música astral,
¿te ha llevado
Dionysos de su mano al infierno
y con las nuevas
rosas triunfantes volverás?
¿Te han herido
buscando la soñada Florida,
la fuente de la
eterna juventud, capitán?
Que en esta lengua
madre la clara historia quede;
corazones de todas
las Españas, llorad.
Rubén Darío ha
muerto en sus tierras de Oro,
esta nueva nos vino
atravesando el mar.
Pongamos, españoles,
en un severo mármol,
su nombre, flauta y
lira, y una inscripción no más:
Nadie esta lira
pulse, si no es el mismo Apolo,
nadie esta flauta
suene, si no es el mismo Pan.
A. M.
¿Mi amor? ...
¿Recuerdas, dime,
aquellos juncos
tiernos,
lánguidos y amarillos
que hay en el cauce
seco?...
¿Recuerdas la amapola
que calcinó el verano,
la amapola marchita,
negro crespón del
campo?...
¿Te acuerdas del sol
yerto
y humilde, en la
mañana,
que brilla y tiembla
roto
sobre una fuente
helada? ...
A.M.
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