Perdoné
errores imperdonables. Intenté sustituir personas insustituibles y arrancar a personas
de mi corazón inolvidable. Me decepcioné de personas que pensé que jamás me
decepcionarían, pero también hice amigos eternos. Sonreí cuando mi corazón
lloraba y lloré oyendo música y viendo fotos de mi niñez. Pensé que me moría de
la tristeza, tuve miedo, miedo de perder a alguien especia y lo perdí.
¡Pero
sobreviví! ¡Y todavía sigo viva!
Aprendí
que a veces el que arriesga no pierde absolutamente nada y que perdiendo
también se gana.
A.G.
©
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