Es una honor saber que este articulo ha sido destacado en el Club Literario.
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Macho Alfa
Hay veces que hacemos coloquios varias mujeres. De esa manera, se evaden
por un tiempo de los problemas que les acapara la mayor parte del día.
“¡Qué suerte tienes!”, le dice una mujer a otra cuando estamos charlando.
Hay unas cuantas mujeres que sabemos que viven en un infierno y a las que
ayudamos, al menos a que se den cuenta de que son personas y mujeres, no sacos
de boxeo, ni el basurero para que se les eche toda la basura encima. Algunas coinciden
en lo mismo: a él no le parece bien esto o lo otro; a él no le gusta que me
relacione con amigas, mucho menos con amigos; a él no le gusta que me
arregle, ni tampoco salimos a comer o cenar para que nadie me mire.
—¿Y cómo te sientes viviendo así? —le pregunto, mirándola a los ojos. Ojos
que están llenos de lágrimas.
—Mal, muy mal —responden algunas de ellas.
Otra dice que es impensable ir ninguna reunión, ni al cine con amigos y
amigas. Eso sería motivo de discusión y enfado para días y días, por decirlo de
forma suave.
Pues yo no entiendo ese comportamiento. Les digo. “¿Qué tiene que ver que
a él no le guste salir o ir contigo, para que tú puedas ir sola o con amigos y
amigas?”
Sí. Sí lo sé, pero quiero que sean ellas las que se den cuenta por ellas
mismas, sin influirles en nada.
Entablan un intercambio de opiniones entre ellas, y me doy cuenta de que
en la mayoría de los casos, son ellas las que han permitido esa situación sin
darse cuenta de ello. Y cuando han querido reaccionar y cambiarla, ya no las
han dejado, ya no pueden, puesto que sus parejas han tomado el mando, el
derecho a decidir y a prohibir.
Esos machos alfa se creen que viven en tiempos de las cavernas y que son
los que mandan en la manada. Si a esos machos les damos, tan sólo una vez, rienda
suelta para que sean ellos quienes decidan por los dos, lo confundirán con que
la mujer no es capaz de valerse por sí misma. Entienden que son ellos los que
tienen que llevar la voz cantante para una coexistencia normal y buen
funcionamiento del hogar. Así lo piensan ellos. No comprenden que está mal ese
trato con un igual. Pero también ese es uno de tantos problemas, que no ven a
su pareja como un igual. No importa de qué familia venga, aunque es más
probable que sea de familia desestructurada; y aunque es uno de los factores de
repetición, no es más importante.
Se dan dichos casos en hacer lo que han visto. Si su padre tenía el mismo
comportamiento con su madre, y esta no decía ni esta boca es mía, acatando tal cual,
el macho alfa mandará, pues ¿por qué no lo va hacer también su esposa? No
concibe que opine, ni se revele ante él. Espera que haga lo mismo que su madre.
Estos malos tratos, nada tienen que ver con si se tiene o no dinero. En la
clase alta como en la media o la baja, hay machos alfa que convierten en un
infierno la convivencia con la familia y en especial, la de la mujer.
Seguro que más tarde o más temprano, algunas de estas mujeres pedirán
ayuda. Lo más seguro es que lo hagan a una amiga, que a alguien de su familia; puesto
que la familia, algunas veces, sin saber la magnitud de la gravedad que está
viviendo, le aconseja que ponga de su parte, como en un intento de que se
solucione el problema, y lo más probable, aconsejándole que aguante un poco más
a ver si cambia su marido.
Es tal el infierno y la poca ayuda o nula que reciben las mujeres con
problemas de malos tratos físicos o psicológicos, que piden ayuda a quien sea
con tal de salir del infierno que, sin saberlo, poco a poco y muy sutilmente, la
somete un hombre que ella creía que la respetaría y cuidaría siempre; y que con
el tiempo, y sin ella darse cuenta, se ha convertido en juez y verdugo de su
vida.
A.G.
©
1 comentario:
Demasiado poder le hemos otorgado al hombre,
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