Recostado tu cabeza sobre mi hombro,
dices entre silencios tu sentir,
ecos de pensamientos sin decir.
Entra no te quedes fuera
siembra de alegrías mi jardín.
Tus ojos, reflejo de tu gozo,
clavados en mi piel.
Vamos atrévete.
Construyamos tú y yo
un paraíso nuevo donde las
palabras fluyan sin miedos,
donde no hayan sombras del pasado,
ni remordimientos por sentir.
Donde el cielo siempre sea azul,
donde se busquen nuestros cuerpos
con tan sólo el deseo de vivir.
A.G.