Hoy he abrazado la cara del
olvido.
Tú mirada vacía de recuerdos y
sensaciones,
llena mi corazón de pena y
amargura,
te he estrechado contra mi pecho,
como si fueras una niña.
Tu risa tan inocente, me hace
reír
también a mí, pero es
ficticia y de mentira,
tan solo, para
no derrumbarme frente a ti.
Y no sé cómo arrancar este dolor de mi pecho
que me ahoga de impotencia, al no poder
hacer nada.
Te hablo, te cuento historias de
antaño,
te acaricio, te lleno de besos,
sin obtener respuesta alguna,
tan solo, la misma sonrisa, y mirada ausente.
Hoy he visto la cara cruel del
olvido,
y no me importa que no recuerdes que soy tu hija,
yo recordare que eres mi madre el
resto de mi vida.
Cruel enfermedad, que fulmina en un suspiro,
todo rastro de la existencia de una
vida.
A.G.
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